A medida que avanza nuestra nación en los temas que nos conciernen como ciudadanos, los vemos cada vez más críticos y complejos. Escuchaba a un analista económico muy reconocido decir: “que no hemos llegado a un estado crítico aún, esto se puede poner peor”. Claro, para un economista el escenario donde nuestro país caiga en un “default” sería un estado bien crítico, peor del que tenemos.
Ante todo este contexto, debo confesar que me preocupa sobremanera la reacción que muestran algunos creyentes. Ahora bien, me pregunto: ¿Estamos haciendo lo que la escritura nos manda expresamente hacer ante situaciones como estas? ¿Por qué tan rápida y fácilmente se llena el corazón de queja, ansiedad, desesperación y lo decimos a viva voz? ¿Qué está ocurriendo en el proceso de nuestros pensamientos?
Ante todo este contexto, debo confesar que me preocupa sobremanera la reacción que muestran algunos creyentes. Ahora bien, me pregunto: ¿Estamos haciendo lo que la escritura nos manda expresamente hacer ante situaciones como estas? ¿Por qué tan rápida y fácilmente se llena el corazón de queja, ansiedad, desesperación y lo decimos a viva voz? ¿Qué está ocurriendo en el proceso de nuestros pensamientos?