El día de ayer un amigo mío me llamo para preguntarme si sus escritos estaban bañados con soberbia y prepotencia. Le dije varias cosas, porque sé en qué contexto se estaba dando una serie de ideas distintas. Pero a muchos de nosotros nos pasa, cuando estamos aventajados en una discusión, sencillamente porque la evidencia está de nuestro lado, la otra parte en disputa apela a desacreditar y juzgar las motivaciones.
Si existe algo que ha caracterizado al siglo XXI es la virtud de la “tolerancia”, y el cristianismo no es la excepción.
Muchos cristianos se jactan de ser abiertos y pluralistas, lo cierto es que cada uno tiende a construir su propio sistema de creencias doctrinales. Pero si analizamos con detalle, quienes se oponen a las doctrinas de la gracia (calvinismo) parecen no tolerar y terminan siendo los más intolerantes. En consecuencia, cualquiera que defienda su posición con certeza y consistencia se arriesga a ser considerado como un estrecho de mente, orgulloso y prepotente.