Esta semana que paso, mi esposa dio a luz una preciosa bebé que Dios nos mando. Lo que no contábamos en “nuestros planes” era si Dios había decido que ambos (mi esposa y yo) compartiéramos la experiencia y responsabilidad de criar a la beba que estaba naciendo. El parto se complicó, mi esposa estuvo cerca de perder la vida, la decisión médica en ese momento mientras la frecuencia cardíaca subía rápidamente, era salvar a la niña, y si quedaba tiempo, salvar a la madre.