Casi todo el mundo conoce a alguien que antes estuvo en el ministerio. Casi todos conocen a alguien que no debería estar en el ministerio. Y todo ministro conoce otro ministro – si no varios – a los cuales no desearía parecerse.
Pero la triste noticia para los ministros es que, sea cual sea su edad o su educación o experiencia, es casi inevitable que usted se convierta en la clase de ministro que no quiere ser. Así que pienso que es importante tratar el tema sobre la casi inevitable ruina del ministro… y cómo evitarla.
Cierta vez, cuando un ejecutivo de la Convención Bautista del Sur estuvo en el Seminario Midwestern a fines de los años 1990, dijo que las estadísticas muestran que de cada veinte hombres que entran al ministerio, solo uno de ellos continúa en el ministerio al llegar a la edad de 65 años.
A pesar de todo el empeño con el que suelen empezar la carrera, a pesar de toda la inversión en tiempo y dinero para prepararse, a pesar de los años de servicio, a pesar del costo de redirigir sus vidas, casi todos abandonarán el ministerio. Algunos saldrán por motivos de salud. Algunos se recluirán en vida privada. Algunos aceptarán que en realidad malinterpretaron el llamado de Dios. Algunos abandonarán porque el estrés es demasiado. Algunos serán expulsados por sus iglesias. Algunos se retirarán por el sentimiento de frustración y fracaso. Y si usted nunca ha tenido pensamientos de abandonar el ministerio, creo que no ha estado en el ministerio por mucho tiempo.
Tomado de http://elcaminoangosto.org
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