martes, 27 de julio de 2010

Arminianos Evangélicos-Parte I de Michael Horton

Por Michel Horton
Traducido por Eduardo Flores
Un cambio teológico se avecina entre los evangélicos así como entre otros cristianos…La moda inició, creo yo, debido a una lectura fresca y fiel de la Biblia en diálogo con la cultura moderna, que enfatiza la autonomía, la temporalidad, y el cambio histórico.” Este anuncio del Dr. Clark Pinnock, un respetable teologo evangélico, no es ni una crítica, ni una advertencia, sino un desarrollo prometedor según la visión del autor.
Un número de líderes evangélicos se reunieron en la Escuela de Divinidad Evagélica Trinidad cerca de Chicago hace dos años con el propósito de definir el término “evangélico,” pero muchos regresaron tan confundidos con respecto a lo que el título comprende como llegaron.
Ha venido a ser difícil decir lo que es o no es un evangélico. Básicamente, el evangelicalismo americano se divide, de la segunda mitad del siglo XVIII hasta el día de hoy, en dos tradiciones: la de avivamientos y la Reformacional (como en la Reforma del siglo XVI). Mientras que el Gran Avivamiento en America y el Avivamiento Evangélico en Inglaterra fueron ejemplos de la armonía entre la reforma y el avivamiento, estos eventualmente se convirtieron en rivales cuando el último desarrolló una teología Arminiana. Mientras la rama Arminiana del avivamiento tomaba ventaja popular, el evangelicalismo iba siendo moldeado cada vez más con una teología centrada en el hombre a nivel popular aún cuando sus principales obras de teología sistemática eran reformadas.
Sin embargo, hoy vemos un cambio aún dentro del liderazgo teológico evangélico. Pinnock escribe, “Es mi fuerte impresión, confirmada aún por aquellos a los que no les gusta, que el pensamiento Agustiniano está perdiendo fuerza en los Cristianos de hoy.” Los evangelistas no son los únicos predicando un evangelio Arminiano: “Es difícil encontrar un  teólogo calvinista con el deseo de defender la teología reformada, incluyendo las doctrinas de Calvino y Lutero, es todo sus rigores particulares ahora que Gordon Clark no está con nosotros y John Gerstner se ha retirado…Así que xcreo que no me encuentro sólo.” El cambio está. Pinnock insiste que Agustín fue moldeado por el pensamiento griego más que la Escritura y los reformadores simplemente siguieron sus errores, pero eso fue aceptable para su tiempo: “Así como Agustín llegó a términos con el pensamiento Griego, así mismo nosotros estamos haciendo las paces con la cultura moderna.”
El propósito de estas citas no es enfocar la atención en la partida de uno los teólogos evangélicos fuera de la teología Reformada, sino levantar la pregunta en términos muy prácticos, “Es posible ser un ‘Arminiano evangélico’?” En este artículo intento defender la respuesta negativa a esa importante pregunta.
Qué es un Evangélico?
Uno puede pensar que el término “protestante” es más antiguo que “evangélico,” el último frecuentemente asociado al evangelismo televisivo y de cruzadas de años recientes. Sin embargo, el término “evangélico” es el más antiguo de los dos. Aparece en manuscritos medievales, describiendo la calificación de un buen predicador: Debe ser evangélico. Hasta la Reforma, sin embargo, el adjetivo podía significar cualquier cosa desde poseer un amor sincero por Cristo hasta poseer un celo misionero. Cuando Lutero llegó a la escena estaba ansioso por emplear el término que había sido honrado en el tiempo en servicio por la recuperación del evangelio. Después de todo, qué podía ser más apropiado que la designación para un hombre o mujer de la Reforma? Todo se trataba de la recuperación del evangelio mismo.
Pero, el término tomó otro significado, moviéndose de un adjetivo a un sustantivo. Uno no sólo era “evangélico” en el sentido ambiguo medieval de ser piadoso, celoso, y fiel, sino un evangélicoen el sentido que uno se adhería a los postulados de la Reforma. Después de 1520 una persona evangélica era aquella que se sometía a la suficiencia de las Escrituras, el sacerdocio de todos los creyentes, la condición perdida de toda la humanidad, la sola mediación de Cristo, la Gracia eficaz y la finalización de la obra redentora de Dios en Cristo por medio de la elección, propiciación, llamado y preservación. La parte fundamental de todo esto era la doctrina de la justificación sólo por gracia, por medio sólo de la fe, a causa sólo de Cristo. Así que, el creyente, declarado justo en virtud de la satisfacción de Dios con la santidad imputada de Cristo a nosotros por medio sólo de la fe, es simul iustus et peccator–”simultáneamente justo y pecador.”
Los evangélicos, por lo tanto, ya fueran Luteranos o Reformados, insistían que éste era el evangelio. No era un área periférica abstracta de debate doctrinal en el cual los Cristianos podían “estar o no de acuerdo.” No era meramente una implicación del evangelio o una parte del evangelio! Fue este mensaje, y no otro, si es que puede haber otro igual, que todos tenían que tener correctamente. En otros asuntos los Cristianos podían diferir, pero sin la distinción entre el evangelio de obras y el evangelio de la sola gracia, escribió Lutero, uno no puede distinguir a un Criustiano de un Musulmán o Judío. El sucesor de Calvino en Ginebra, Teodoro Beza, escribió, “La ignorancia de esta distinción entre Ley y Evangelio es un de las principales fuentes de abusos que corrompieron y aún corrompen al Cristianismo.”
Teólogos e historiadores hasta el presente se han referido al principio formal material de la Reforma, el primero siendo la suficiencia de las Escrituras y el último siendo la doctrina de la jsutificación por medio sólo de la gracia a través sólo de la fe. Debido a que el principio formal de la Reforma es “sola Scriptura!,” nosotros hoy en día debemos definir “evangélico” de acuerdo a la enseñanza bíblica. Si los reformadores malinterpretaron la Biblia en cualquiera de estas enseñanzas claves, deben ser corregidos por las mismas Escrituras. Sin embargo, históricamente, el término “evangélico” se ha referido a aquellos que abrazan ya sea las confesiones Luteranas o Reformadas. Sólo en la Americanización gradual de la fe evangélica ha sido ésta herencia echada por la borda, como si “sola scriptura” significara que simplemente adherirse al principio formal de la Reforma fuera suficiente. Mientras uno crea en la Biblia, uno puede pararse donde quisiera en el principio material del método de Dios en la salvación de pecadores. Si esto fuera cierto, uno debería conceder a los Mormones y Testigos de Jehová membresía a la Asociación Nacional de Evangélicos.
Hay dos manera de tratar con esta pregunta de definir “evangélico”: Escritural e histórica, pero en este breve espacio permítanme enfocarme en el argumento que este término debería ser definido y utilizado en su sentido histórico. Mientras la Reforma pueda, teoricamente, haber errado en sus doctrinas clave (ya que sólo la Escritura es infalible), es sin embargo inevitablemente verdadero que aquellos que se llaman evangelicos han afirmado históricamente y defendido esas enseñanzas como bíblicas. Por lo tanto, históricamente hablando, aquellos que no afirman estas doctrinas no son, en virtud de la ley de la no-contradicción, evangélicos.
Mañana continuaré con la segunda parte del artículo de Michael Horton, profesor del Seminario de Westminster.

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