lunes, 21 de diciembre de 2009

Cap. 1: LA TRAGEDIA DE LA FE MAL DIRIGIDA.


¡La fe puede destruirle!
Como residentes de Chicago, mi esposa y yo recordamos el episodio del Tylenol® manipulado que sucedió aquí en 1982. Usted quizás se acordará de que alguien dispuesto matar al azar puso cianuro en unas pocas cápsulas. El veneno funcionó muy bien. Una mujer que compró Tylenol de una farmacia cercana a nuestra iglesia murió a los pocos ministros de haber ingerido una sola capsula. En total murieron siete personas que no sospechaban nada.
Dos lecciones inolvidables surgen de esta tragedia. Primera, la fe no tiene en sí misma ningún mérito especial; no tiene el poder de cambiar el poder de la droga de dañina a beneficiosa. Siete personas cayeron firmemente que estaban tomando esta medicina, no veneno. Pero su fe no los salvó; en realidad su fe los mató.

La fe están buena como el objeto en el cual se pone. Dicho de manera diferente, lo que creemos es más importante que el fervor de nuestra creencia. El viejo clisé de «no importa lo que creas con tal que sea sincera», no es verdad, como las víctimas del episodio del Tylenol demostraron. Es mucho mejor creer la verdad temblando que creer el error con firme confianza. Lo que usted cree realmente importa.
La segunda lección que debemos aprender del episodio del Tylenol® asusta de verdad: A veces una creencia falsa se asemeja a una verdadera. Al observador ocasional el cianuro le parece que es sin discusión Tylenol. La etiqueta tiene todas la indicaciones de ser autentica, de manera que no hay razón para desconfiar del contenido. La promesa era que esas cápsulas aliviarían el dolor, pero el tomar una sola trajo la muerte.
Cristo enseño que muchas personas tienen una fe fuerte y perseverante un día descubrirán que su fe no puede salvarlos. Para su eterna mortificación, vivirán para ver cómo la puerta del cielo se cierra ante ellos. Pasarán la eternidad fuera de la ciudad celestial.

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